domingo, 6 de junio de 2010

Descubrir los bosques

Lo que hoy les comparto tiene el peligro de ser tremendamente autobiográfico. Aún así les propongo mi testimonio.
Nuestro deber ser tiene muy claro que hay aspectos de nosotros mismos que nunca desarrollamos. Así nos pasamos el tiempo diciéndonos que podríamos mejorar en esto o aquello, que tenemos talentos ocultos y que la verdad existe más en nosotros que lo que estamos dispuestos a aceptar. Pero hasta que no se hace vivencia, no deja de ser teoría que aliena.
Vivo en Temuco hace un año y medio, y desde que llegué acá la Providencia me puso frente a la naturaleza de un modo que nunca había experimentado. Por una parte me encargaron del jardín de la casa, lo que me puso en contacto con la vegetación: hojas secas, pasto y malezas, pero también podas, especies ornamentales y hermosas flores. Cuando me vi en la necesidad de hacer deporte en mi nuevo domicilio busqué donde salir a correr y descubrí muy cerca de mi casa el Cerro Ñielol, parque natural con especies autóctonas de gran belleza. Se encuentra en buen estado de conservación y ofrece vistas maravillosas a un par de cuadras del congestionado centro.
Con el tiempo me empezaron a llamar la atención la diferencia entre los distintos árboles chilenos, el porqué de la forma de nuestra flor nacional, el copihue, las bondades de las hierbas medicinales endémicas e introducidas. Descubrí un mundo nuevo que si bien sabía de su existencia, me sorprendió. Me ha brindado muchas alegrías y ha hecho más rica la apreciación que tengo de la realidad: soy más rico, he descubierto un tesoro nuevo. El lingue, la murta y las peonías son ahora parte de mis alegrías y preguntas cotidianas.
Uno me puede decir: “es que vivo en el norte, no hay plantitas”. No me has entendido. Cualquiera de nosotros tiene joyas cercanas que no ha descubierto, espacios que el Creador nos ha dejado para que los llenemos con nuestras inquietudes y miradas, con nuestro espíritu de conquista y sabiduría. Queda de tarea no abrumarnos con esos talentos que no hemos cultivado, sino emprender hoy la tarea de sacarle brillo a alguno que tenemos olvidado, un instrumento musical, un gusto, un plato típico, alguna ciencia o deporte, y de agradecer por los que vayamos desentrañando. En esto también se aplica lo de “a nadie le falta Dios”.

2 comentarios:

  1. Una vez mas, gracias, Padre por tus sabias palabras.

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  2. muy cierto, muchas gracias x compartir esta reflexión, a veces necesitamos ver las cosas más pequeñas como extraordinarias.

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