domingo, 27 de junio de 2010

Fe Mundialera

La fiebre del mundial ha prendido en nuestra patria con más fuerza que nunca. Sin duda se debe a la preparación estricta y fiel de nuestro plantel, liderado por el ya conocido y apreciado profesor Bielsa. A muchos también los motiva el ver el juego de otras selecciones, los estadios modernos, los disfraces y costumbres de los hinchas, las ceremonias de apertura y clausura, las canciones pegajosas, y todo un sinnúmero de detalles que hacen de estas semanas un verdadero carnaval del mundo.
Dios no está ajeno a las fiestas del hombre y con toda razón los futbolistas quieren hacerlo partícipe de su vida, de sus éxitos y fracasos, de sus anhelos, de su vida. Es natural que un ser humano íntegro actúe de esta manera, si existe en su corazón la fe va a querer empapar todas las dimensiones de su vida. Así vemos a Kaká celebrar levantando sus manos, a muchos jugadores latinos entrar persignándose y a variados jugadores de todo el mundo dedicar sus esfuerzos al Señor.
Lo que más sorprende son las declaraciones que hace años vienen haciendo los máximos dirigentes del fútbol: ¡no se permitirán expresiones religiosas! Así hoy están prohibidas los gestos antes descritos, los jugadores son amenazados y las cámaras de televisión insisten en quitar su objetivo ante tales demostraciones. Las razones que dan se refieren a que estas manifestaciones de carácter religioso no facilitan la paz y pueden dejar espacio a propaganda por parte de grupos exhaltados. Nada más lejos de la realidad, justamente una fe que se puede expresar en todo ambiente y circunstancia, que empapa las numerosas actividades del hombre, que se vive en una ambiente de comunidad humana diversa, es la que tiene mayores posibilidades de desarrollarse de una manera sana y constructiva. Sin contar que en el corazón de las religiones no habita la intolerancia y el fanatismo, sino por el contrario, las mayoría de ellas proclaman la paz y el amor de un modo heroico para nuestros tiempos. ¿No será que la fe y la justicia que ella trae podría quitar del fútbol una serie de males como la corrupción, las disputas mortales entre equipos y las costumbres denigrantes que a veces están asociadas a él?
La fiesta del mundial continúa, y nuestro orgullo patrio también. La alegría de jugar entre hermanos, los colores que bailan detrás del balón y los goles memorables quedarán para siempre en nuestra retina. Hoy, que se siguen encendiendo los corazones, las voces y las parrillas nos queda sólo una pregunta ¿porqué no dejaron venir a Dios a esta fiesta? ¿tienen derecho?

miércoles, 16 de junio de 2010

Desarmador dañado

La ganadora del Óscar a la mejor película del año 2009, The Hurt Locker, nos invita a reflexionar sobre el tema de la agresividad desde perspectivas que salen del discurso normalmente asumido.
Primero que nada habría que decir que este film abrió, acompañado de otros, la compuerta de la autocrítica en el medio artístico estadounidense respecto de cómo se han estado haciendo las cosas en Irak. No se trata de una película pacifista pero al menos se adentra con respeto en la problemática de una guerra que ha durado más de la cuenta y que deja heridos no sólo los cuerpos sino también los corazones de sus participantes.
Nos invita, a través de escenas de suspenso de buena factura, a descubrir el vértigo de la violencia, que hace brotar los circuitos de la justicia y al mismo tiempo los instintos primitivos del hombre amenazado. No deja de ser llamativo que sea a través de los ojos de una mujer, la directora Kathryn Bigelow, como se nos muestre el mundo varonil de un modo desnudo. El temor ante la cercanía de la muerte, el amor reprimido a los seres queridos, el honor de proteger la vida ajena, la adrenalina como droga de la que no podemos desprendernos. Se deja entrever la necesidad del complemento femenino en un mundo donde la fuerza bruta aliena y destroza, y la ternura se echa en falta de un modo atroz. Todas estas miradas vienen del ojo femenino que a su vez se inclina ante la solidaridad y amistad que viven los protagonistas, tanto entre ellos mismos como con la sociedad: Desarmadores de bombas que han quedado heridos por sus vivencias y preguntas.




domingo, 6 de junio de 2010

Descubrir los bosques

Lo que hoy les comparto tiene el peligro de ser tremendamente autobiográfico. Aún así les propongo mi testimonio.
Nuestro deber ser tiene muy claro que hay aspectos de nosotros mismos que nunca desarrollamos. Así nos pasamos el tiempo diciéndonos que podríamos mejorar en esto o aquello, que tenemos talentos ocultos y que la verdad existe más en nosotros que lo que estamos dispuestos a aceptar. Pero hasta que no se hace vivencia, no deja de ser teoría que aliena.
Vivo en Temuco hace un año y medio, y desde que llegué acá la Providencia me puso frente a la naturaleza de un modo que nunca había experimentado. Por una parte me encargaron del jardín de la casa, lo que me puso en contacto con la vegetación: hojas secas, pasto y malezas, pero también podas, especies ornamentales y hermosas flores. Cuando me vi en la necesidad de hacer deporte en mi nuevo domicilio busqué donde salir a correr y descubrí muy cerca de mi casa el Cerro Ñielol, parque natural con especies autóctonas de gran belleza. Se encuentra en buen estado de conservación y ofrece vistas maravillosas a un par de cuadras del congestionado centro.
Con el tiempo me empezaron a llamar la atención la diferencia entre los distintos árboles chilenos, el porqué de la forma de nuestra flor nacional, el copihue, las bondades de las hierbas medicinales endémicas e introducidas. Descubrí un mundo nuevo que si bien sabía de su existencia, me sorprendió. Me ha brindado muchas alegrías y ha hecho más rica la apreciación que tengo de la realidad: soy más rico, he descubierto un tesoro nuevo. El lingue, la murta y las peonías son ahora parte de mis alegrías y preguntas cotidianas.
Uno me puede decir: “es que vivo en el norte, no hay plantitas”. No me has entendido. Cualquiera de nosotros tiene joyas cercanas que no ha descubierto, espacios que el Creador nos ha dejado para que los llenemos con nuestras inquietudes y miradas, con nuestro espíritu de conquista y sabiduría. Queda de tarea no abrumarnos con esos talentos que no hemos cultivado, sino emprender hoy la tarea de sacarle brillo a alguno que tenemos olvidado, un instrumento musical, un gusto, un plato típico, alguna ciencia o deporte, y de agradecer por los que vayamos desentrañando. En esto también se aplica lo de “a nadie le falta Dios”.

martes, 1 de junio de 2010

Una pequeña enseñanza

Las abundantes noticias sobre sacerdotes que han caído en acciones perversas en contra de niños y jóvenes nos tienen demolidos como católicos. Se trata de una desilusión muy profunda de la cual nos cuesta salir. Quizás lo primero que debemos esperar es que se haga justicia a las víctimas y que lo sucedido abra paso a un estilo eclesial más transparente, humilde y evangélico a todo nivel.
Nos cuesta llegar a la pregunta ¿Qué quiere Dios con todo esto? Y es que puede llegar a parecer una negación de los hechos. No va por ahí la cosa. Se trata más bien de una invitación a descubrir el valor escondido que se ha burlado en estos casos. Descubrimos varios: la libertad, la inocencia, la intimidad, pero existe uno que quizás los recoge a todos: la infancia, el ser niño.
Sí, se trata del ser y sentir de niño que Jesús proclamó como condición para entrar al Reino de los cielos, de la frescura y pureza de los pequeños, de la bendita fragilidad del hijo que Jesús encarnó y en cuya realidad nos llamó a vivir. Se nos olvida, por la insistencia que se ha puesto en los culpables, que las víctimas son niños o jóvenes desvalidos y que esa es la gravedad del asunto. Este es el agravante que por lo demás choca de una manera intempestiva con las enseñanzas evangélicas de Jesús.
Nuestro dolor y compasión sincero se transforma así en una llamada a rescatar el valor que representa el niño. Es una invitación al respeto de su ser frágil, confiado y lleno de esperanza. No por nada la Iglesia por siglos ha sido protectora de los niños, madre que acoge con respeto y amor. Podemos renovarnos en esta vocación. E ir más allá, descubriendo el valor que significa el niño para cada uno de nosotros. Se trata de legar a un ser y sentir de hijo que nos abra con las llaves de la ternura y sencillez las puertas del cielo, tal y como lo quiere Jesús y lo proclama nuestro carisma. Hermosa y sencilla enseñanza.
 

yasmin law suit