sábado, 31 de julio de 2010

Cuando la misericordia es problema

Al recorrer las discusiones de los últimos días en torno al Indulto Bicentenario propuesto por la Iglesia no me queda más que afirmar: Que difícil es ser feliz. Sí, porque la historia ha dejado huellas dolorosas que no han curado del todo, pero sobre todo porque para sanarlas hay que dar un paso hacia la misericordia en la verdad, y eso nunca ha sido fácil. Caritas in veritate le llama el Papa...
No se trata de imponer perdones, no serviría para nada. Pero en este caso al parecer ha pesado más el cálculo político, no parecer débil ante la delincuencia, no ponerse en aprietos con las coaliciones, ya fuera por ser manga ancha o angosta: simplemente de esto no se hable, se revisará a puerta cerrada caso a caso. Esta dificultad nuestra de perdonar puede estar relacionada con los bajos índices de felicidad de nuestra población, revelados hace pocos días en una encuesta internacional. ¿Será que esta orgullosa estrictez del chileno llega a hacernos daño?
Veamos, la misericordia es algo difícil de tomar en nuestras manos pero podemos sacarle una especie de perfíl bioquímico. Ella exige una disposición de parte de los que se sientan a una mesa a conversar. Por un lado exige el reconocimiento sincero y por parte de todos de las miserias, tanto culpables como padecidas, tanto ajenas como propias, y por otro de una acogida cálida en el corazón de aquello que nos hace vulnerables y hemos compartido. Estas actitudes, reconocer las pobrezas y acogerlas, exigen altura moral pero a su vez enaltecen, hacen crecer la confianza mutua y la solidez social.
No deja de ser que el tema haya dado que hablar, y que se perciba a unos días de la negativa una cierta “segunda degustación” del diálogo. La Iglesia está tranquila, no pudo dejar de proclamar el evangelio, aún cuando le digan que ya no tiene números o autoridad, aún cuando le enrostren pecados y debilidades. No se acostumbra a que la misericordia sea un problema, quiere que sea un estilo de vida y que impregne nuestra cultura.
Más en: www.opinionsantuario.blogspot.com

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